domingo, 18 de noviembre de 2012

Capítulo 3: Knock Out

Mientras Castiel no me dejaba de hacer cosquillas, una sombra de orgullo y rabia se acercaba hacia nosotros. En cuanto nos quisimos dar cuenta, Ámber estaba delante mío con una cara entre la de "El Grito" de Edvard Munch y el "Ecce Homo" tras la restauración fallida.

-¿Y esa cara? -preguntó casi riendo.

En ese preciso instante, mi mal presagio se hizo más intenso y el puño de esa bruja hundió mi mejilla con tal fuerza que pensé que mi mandíbula se había descolocado. Castiel la cogió por ese mismo brazo y la clavó contra la pared.

-¿De qué vas? -dijo enfadándose.
-Asustada- No, es que...
-¿Es que qué? ¡No te ha hecho nada para que le pegues!
-Eh...

Entonces se encendió la lucecita de mi cabeza, que normalmente me solía dar ideas sensatas.

-¡Ah! ¿Es porque sois novios?

Ámber se volvió loca de ira e intentó volver a golpearme, pero Castiel se lo impidió.

-¿Por qué has dicho una mentira tan grande?
-Hey, sin exagerar. Lo he dicho porque el primer día, si mal no recuerdo, Ámber me dijo que eras suyo y que no me acercase a tí. Le pregunté si erais novios y no me contestó, ... ¡pero tampoco pensé que me fuese a pegar por hablar contigo!
-¡Estúpida! -me aventó una media bofetada, que no fue entera gracias a que Castiel la cogió.
-Así que es eso eh... Pues fíjate princesita, yo no le pertenezco a su alteza, ni a mis padres, así que esa boquita es mejor que esté cerradita si no quieres acabar mal. Ahora, vete.

Una vez fuera de juego la pesada de Ámber, me senté en uno de los contadores de agua y Castiel se acercó para mirar mi mejilla.

-Vaya, no sabía que fuese tan deseado.
-No te creas tanto -me toca la mejilla mientras suelto un leve quejido.
-Es mejor que vayamos a la enfermería, y así aprovechamos para hablar sin que te pelees con nadie por mí, fiera.
-¿Eh?¿Que? yo... -me sonrojé.
-Tranquila, con esos ojos lo dices todo.

Me llevó a la enfermería con mucho cuidado, la enfermera miró ese golpe y me dio una bolsa de hielo.

-Estírate y ponte el hielo en la mejilla para bajar la inflamación. En cuanto a tí -se dirige a Castiel- te busca el delegado.
-Dile que estoy en enfermería, si quiere algo, que me venga a decir.
-Suspira- Está bien, pero cuídala. Si tiene algún otro síntoma como mareos o fiebre, por favor, avisa. Podría ser peligroso.

Nos quedamos solos y se hizo un incómodo silencio. "Si no habla alguien me moriré de vergüenza".

-¿Te duele?
-Eh... no mucho.
-Ahora dime, ¿de dónde vienes?
-Vengo de Chile.
-¡Uf! Un poco lejos ¿no?
-Un poco bastante. ¿Y tu?
-Yo de aquí. Vivo en un edificio cerca de aquí. Tu seguro que estás interna, viniendo desde tan lejos.
-Muy agudo Sherlock.
-¿En que habitación?
-En la 25, ¿por?
-Para saber dónde puedo dormir si me quedo por el instituto -comparó mi cara con las fresas que había en la mesita de noche y soltó-. Tranquila, no te voy a hacer nada raro, si tu no quieres.
-Como eres.

Dejé suelta una sonrisa que se contagió en su travieso rostro, y de repente, entró la directora.

-Arisu, debes decirme en qué club participarás ya que no lo pusiste en el formulario.
-Perdone, ahora está un poco indispuesta.
-Pero debe decidir ya, si no estará suspendida.
-Tranquila, va a ir conmigo al club de basket.
-Perfecto, ya que tienes un hueco allí -se fue.

Miré a Castiel con cara de no entender nada y le pedí explicaciones. Su respuesta fue tan impactante, que me volví a quedar sin habla.

-Hubieses acabado apuntándote a basket sólo por fastidiar a Ámber y así poder verme sin camiseta. ¿O no quieres eso?

Mi único pensamiento fue "¿Tanto se me nota?". Al parecer, las visitas no iban a terminar con la directora, así que llegó Nathaniel con un papel en la mano.

-Castiel tienes que -se detiene, me mira y suelta- ¿Pero que te ha pasado? ¿Le has pegado? ¿O la has metido en un lío con una de tus amiguitas?
-Frena señor >>Soytotalmenteperfecto<<. Primero, jamás le pegaría a una chica y segundo, tampoco es culpa mía esto. Es más, si no hubiese estado, a lo mejor no estaría tan bien.
-Serás mentiroso...
-Para tu información, fue tu hermana la que le pegó un puñetazo.
-¿Mi hermana? Te lo estás inventando.
-¡Ja! Le tiene celos a Arisu y por eso le pegó.
-¿Celos de qué?
-Por que Arisu está siempre a mi lado mientras que ella no -dijo con tono burlón.
-Será eso... Yo sólo venía a decirte que debes firmar esto.
-Sí, para que me expulsen. ¿Tu estás tonto?
-Pues no hubieses hecho campana, ¡ahora te haces responsable!
-¡Deja de meterte es mis asuntos!

Mientras más intensa se hacía la pelea, menos posibilidades tenía de detenerlos. Ya casi no podía hablar, y si solo salía un pequeño hilo de voz, con el ruido de su discusión pasaba más desapercibida que el pedo de una ardilla. "Si no me oyen, entonces haré que me vean, pero para eso tendré que levantarme". Tenía poca fuerza, la cabeza me ardía y toda la sala se movía como una centrifugadora. Reuní la poca energía que me quedaba y me caí encima de Castiel. Ese simple accidente les dio a entender a los dos de parte de quién estaba, de que no quería que se pelearan, de que me encontraba fatal y que llamaran a la enfermera de una vez. Recuerdo haber oído:

-Corre, ve a buscarla, yo me quedo.
-¿Por qué yo?
-Porque eres el delegado y la encontrarás antes.

Después de eso, un portazo, luego...

-Tranquila, todo irá bien, perdón por no cuidarte, por favor, no te duermas, no, no te duermas por f...

Después de eso, solo recuerdo negra y absoluta oscuridad, un profundo y largo sueño.




~Fin del capítulo 3

jueves, 1 de noviembre de 2012

Capítulo 2:Explorar territorio enemigo -que miedo-

-¿Qué haces tú aquí?
-Eso mismo me pregunto yo.
-Yo llevo más tiempo que tu aquí, igualada.
-No, yo me preguntaba: ¿qué hago yo aquí?
-Suspiro- Pidamos un cambio.
-No podría estar más de acuerdo.
-Pero ahora, es muy tarde y no nos harán caso.
-Es verdad, ¿pero Nathaniel no duerme aquí?
-No, solo yo.

"¡Ups! Puede que haya metido la pata hasta el fondo... Y puede que se haya dado cuenta de mi culpabilidad, es que mi cara es como un libro abierto"

-No pasa nada, tampoco es para tanto.
-Lo siento.
-¿Y ahora para qué te disculpas?
-Por que tienes que aguantarme como mínimo hoy.
-Si, yo también.
Se hizo un silencio sepulcral e incómodo. Ahora que me doy cuenta, deberíamos dormir juntas, al menos por esa noche, y yo no sabía si podría coger el sueño.

-Solamente una condición.
-¿Cuál?
-Éste -señala su cama y todo su alrededor, que era casi toda la habitación- es mi sitio, mi hábitat, mi espacio. ¿Entendido? Tú quédate en tu lado. -señala el sofá y la puerta.

Mis maletas quedaron esparcidas cerca del sofá, y aunque yo intenté replicar por que había una litera, pero la señorita tenía  la de arriba ocupada con trastos, por tanto, solo el sofá estaba libre. La noche se me hizo eterna, se me clavaba alguna cosa en la espalda y no me cabían los pies. Intenté dormir, pero fue imposible por dos cosas: la incomodidad -obviamente- y por que la princesita ronca. Si, aunque parezca imposible, ronca. Pero no un ronquido suave, y que a algunos chicos incluso les parece mono, no, es un ronquido brutal, parecía que se fuera a caer toda la habitación en cualquier momento. Hasta la costa japonesa durante un terremoto con tsunami incluido y con una explosión simultánea de todas las centrales nucleares era más seguro que estar bajo el mismo techo que Ámber. En aquellos momentos de solitud mental regresaron a mí recuerdos de mi infancia, momentos agradables,otros no tanto, y otros, otros que si los olvidaba para siempre, mejor. Uno de estos recuerdos era el motivo de mi llegada al ese instituto, todo fue culpa de él, mi padrastro. De repente, ese recuerdo hizo que me estremeciera de asco y una lágrima de rabia rodó por mis mejillas y cayó al sofá. "Basta" me dije. "Eso solo me va a hacer daño, ahora debo descansar". Como si el dormir fuese a curar mis heridas. Miré el reloj. Las 5 de la madrugada. Si no dormía un poco, al día siguiente no podría rendir bien.

-Si no te levantas, no podré sacarte de aquí.
-Eh.. -aún medio dormida.
-Vamos, ¡espabila!
-Entendido, ahora me levanto.

Me duché lo más rápido posible, y en cuanto estuve lista me reuní con Ámber fuera de la habitación, y nos dirigimos a hablar con Nathaniel.

-Vaya, parece que hubo un error con las habitaciones. Ámber, deberás cambiar de planta, es el mismo número de habitación, solo que más arriba.
-¿Qué? ¡Si la nueva es ella!
-Lo siento, la directora así lo dijo.
-Vaya -me mira- ¿Cómo  has podido?
-Yo no he hecho nada.
-Esa habitación es la más cara de todas, es imposible que nadie pueda pagarla. Mi familia es la más rica de Barcelona.
-...
-¿No respondes?
-Calla ya Ámber. -se dirige hacia mí- En cuanto mi hermana retire sus cosas, podrás ocupar tu habitación.-se va con su hermana.
-...

Fui a darme una vuelta por el patio. Me escondí en un jardín, no había nadie. Entonces, sentada entre dos arbustos que me daban una sensación de protección, me puse a llorar hasta que mi corazón dejara de doler, hasta que me desahogara, pero sin que nadie lo supiera.

-Eh, ¿te han admitido? -pausa- ¿Qué te pasa?
-Eh, nada, no dormí bien, por lo de la inscripción, está todo resuelto, me quedo.
-Bien, pero me parece raro que alguien llore por no dormir.
-Sí, soy rara.
-Se nota.
-¿Eso es bueno?
-Es especial.

Esas dos palabras hicieron que mi corazón dejara de doler y se llenase de alegría, tanta, que dos pequeñas lágrimas de felicidad se escaparon.

-¿Quieres dejar de llorar?
-Es de felicidad.
-Tonta -se ríe.
-¡No te rías de mí! -le doy una colleja.
-¡A que te doy!
-Me río- ¡Atrápame si puedes!
-¡Ven aquí!





~Fin del capítulo 2