sábado, 29 de diciembre de 2012

Capítulo 4: Despedida

Desperté en una cama, aunque no en la mía. Vi los ojos rojos de Castiel por la falta de sueño entrecerrarse y al delegado medio cayéndose de la silla por lo mismo. En el mismo momento en que pude abrir con plenitud mis ojos, se abalanzaron los dos con una batería de preguntas que casi hacen que me volviese a dormir del dolor.

-Un poco de silencio por favor, la paciente debe descansar.-dijo la enfermera.

Los dos asintieron casi al unísono (muy graciosa escena). Sus caras lo decían todo: se sentían culpables e incómodos porque sabían que me había dado cuenta.

Después de un largo rato de silencio.

-¿Cómo te sientes?
-Bien, medio dormida pero bien.
-Ámber va a estar una buena temporada en casa por esto.
-Me parece razonable.
-Deberías atar mejor a tu hermana.
-¿A qué te refieres?
-Parece una leona desesperada.
-No hables así de mi hermana, un poco de respeto.
-¿Qué respeto se puede ganar atacando así a Arisu e intentando seducirme?
-En lo de Arisu tienes razón, pero en lo demás... ¡te estás pasando!
-¿A sí? ¡Ahora verás lo que es pasarse!

Antes de que pudiese decir nada, ya se habían cogido por el cuello de la camisa. En cuanto Castiel levantó el puño, una pequeña personita apareció por la puerta, haciendo que el mundo entero se detuviera, incluidos los dos sexys combatientes.

-¡Arisu! ¿Cómo te sientes?
-¡Ken!
-¿Lo conoces?
-Venga ya, ¿tienes algo que ver con él?
-Sí, lo conozco, y Ken es como mi hermano aquí, a si que sí, tengo algo que ver con él.
-Ignorándolos- En cuanto me enteré vine a ver como te encontrabas -suspiro- ojalá hubiese podido defenderte...
-Nah, no te aflijas, no pasa nada, me alegro de que hayas venido a verme.
-Es cierto, tampoco podrías defenderte a ti mismo de nadie.
-Basta, los dos fuera, me hacéis venir dolor de cabeza. Cuando os tranquilicéis, entráis. Antes no.
-Vale.
-Esperaremos fuera.

Castiel y Nathaniel se fueron, y Ken se quedó conmigo.

-Oye, también vine a verte porque quería darte una noticia.
-¿Qué pasa? ¿Algo malo?
-Cuando le expliqué a mi padre lo que te pasó, se contrarió mucho porque tu siempre supiste defenderte bien...
-Es que me tomó desprevenida, no por nada más.
-Ya, el caso es que también le dije lo que me hicieron a mí, y dijo que era una vergüenza que una señorita pudiese con su propio hijo, y me dijo que el mismo me entrenaría.
-Ken, ¡eso es estupendo! Así podrás defenderte de ella a partir de ahora.
-No te creas, no es tan bueno. Para poder entrenarme, tengo que ir a la base con mi padre, que ya sabes, es militar.
-¡Qué! ¿A qué base?
-A la base militar de los Cerrillos.
-Espera, eso está en Chile... ¿te vas?
-Sí, pero te prometo que nos volveremos a ver. Te dejo este peluche, para que me recuerdes.
-¡Ken!

Esa última frase la dijo llorando, y en cuanto me dio el peluche, salió corriendo de la lúgubre habitación del hospital. Un sentimiento de tristeza, que no experimentaba desde hacía mucho, hizo que cayeran estrellas saladas por las mejillas. en ese momento, el sexy pelirrojo entró con su típica carita de no saber que pasa.

-¿Qué me he perdido? -se percata de mis lágrimas- ¿Por qué lloras?
-sollozo- Ken se va. Vuelve a Chile por culpa de la princesita.

Se acercó y secó las fugas de pena en forma de gotas saladas. Acto seguido, cogió el osito, sonrió y dijo.
-Es simpático. Se nota que te quiere mucho.
-Sí, somos como hermanos desde... -silencio repentino.
-¿Desde cuando?
-Desde hace mucho tiempo. Éramos vecinos desde que nacimos, aunque luego cambiamos de casa.
-Vaya -pausa-. Se me olvidaba -se registra un bolsillo de la chaqueta- aquí tienes tu horario.
-Ah, gracias.
-Te lo tenia que dar el delegado, pero se ha tenido que ir.
-Bueno...

Otra vez un silencio incómodo. Debía hablar alguien, o volvería a sonrojarme.

-¿Y cómo es que viniste desde Chile hasta aquí?
-¿Eh?
-Antes de que pasara todo esto, estábamos hablando, ¿recuerdas?
-Sí, ahora sí.
-¿Entonces?
-Neh... Que mi familia no me aguanta.
-¿Y ya está? La mía tampoco y no me han enviado a otro país, me dieron la emancipación y ya.
-¿Ah sí?
-Sí, vivo sólo con mi perro.
-¿Tienes un perro?
-Sí, se llama Demonio.
-El nombre da miedo, ¿el perro también?
-Puede. Es un Beauceron.
-Algún día deberías presentármelo.
-Debo intuir que te gustan los animales.
-Sí, de todo tipo. Menos las arañas.
-¿Te dan miedo?
-Más que eso. Sufro aracnofobia diagnosticada.
-Vaya...rara.
-¿Cómo que rara?
-Pues eso, rara.
-No me llames rara mientras estoy mal.
-Perdón.

Silencio otra vez. Entró una enfermera a ver como seguía. Comprobó el monitor, el suero y después hizo salir a Castiel de la habitación para hacerme unos chequeos.

-Tenga cuidado.
-Tranquilo, no le pasará nada.

En cuanto mi "guardaespaldas" salió, la enfermera me dice:

-Que suerte tienes.
-¿Suerte de qué?
-Con tu novio -revisa mis ojos.
-¿Eh? no e... -me mete un palo en la boca.
-Te cuida, se preocupa por tí, es guapo, ¡y vaya cuerpo tiene!
-Suspiro- -vuelta a la realidad- pero no es mi novio.
-Vaya -revisa mi cabeza y el golpe- he metido la gamba ¿verdad?
-No, que va.
-Pero... te gusta, ¿a que sí? -me tumba y revisa mi espalda.
-¡No! no... -me sonrojo.
-Vale, engáñate a ti misma, pero a los demás no nos puedes engañar -deja de revisarme-. Hoy mismo podrás dormir en tu casa.
-Bien, y se lo repito, no me gusta.
-De acuerdo, lo que tu digas.

Mientras ella se va en busca del doctor que firmaría mi alta, entra Castiel.

-¿Qué tal?
-Me puedo ir hoy mismo.
-¡Genial! Ahora intenta no provocar a Ámber.
-¡Yo no la provoqué!
-Como siempre estamos hablando tiene celos de ti.
-¿De mi?
-Sí, porque acabas de llegar y ya tienes un poco más de atención que ella.
-Si, ya casanova, sino ligotearas con ella, yo no estaría así.
-tono sarcástico- Ha...ha... Yo no ligoteo, sois vosotras las que venís hacia mi.
-Si, será eso.

Entró el doctor y me dio el alta. En la puerta del hospital había un coche del instituto esperando para llevarme. Me despedí de Castiel (el cual se fue en su moto) y subí al coche. En cuanto llegué a mi habitación ordené mis cosas y me fui a dormir con la rara sensación de que el día que venía sería peor que este.




~Fin del capítulo 4



  • Nota: Siento haber tardado tanto, les deseo felices fiestas a todos y un muy feliz Año Nuevo. Como mucho nos escribiremos por la segunda o tercera semana de enero, porque me voy a quedar sin internet (TTvTT) Daisuki~